El pasado jueves 5 de abril, la Casa de Victoria Ocampo fue escenario de un encuentro interdisciplinario en el cual el célebre arquitecto Manuel Aires Mateus disertó junto a colegas de otras disciplinas sobre cómo cada uno trabaja los conceptos de Espacio / Vida/ Tiempo en sus respectivos campos de acción.
Organizado por la Sociedad Central de Arquitectos, en el marco del ciclo de conferencias que Aires Mateus brinda desde febrero en Buenos Aires con el apoyo del Fondo Nacional de las Artes; este encuentro también significó el inicio de las actividades relacionadas con el campo de la Arquitectura por parte del FNA: “No tenemos ninguna duda de que la arquitectura es un arte”, expresó Carolina Biquard (Presidente del FNA) quien, desde el comienzo de su gestión, consideró a esta disciplina -hasta el momento subsumida bajo la esfera de las artes visuales- un arte per se.
Aires Mateus presentó tres proyectos que evocan la idea de memoria: el primero relacionado con la construcción de un museo en El Cairo en donde el eje central estuvo puesto en el ícono de la arquitectura egipcia: la pirámide. A través de una calle que conducía a ella, sus bocetos evidenciaron de qué manera El Cairo contemporáneo puede superponerse a El Cairo clásico en el presente. El segundo proyecto, surgido a partir del descubrimiento de ruinas durante la construcción de una ferrovía que une Nápoles con Roma, consistió en el diseño de un centro cultural en la ciudad de Benevento que funcionaba a modo de calco del Coliseo romano buscando evocar la magnitud de ese monumento en la historia de la civilización. Para el último proyecto, situado en la Alhambra (el monumento más visitado en la península ibérica) Aires Mateus propuso varias soluciones relacionadas con el evidente problema de escala que el lugar presenta debido a la gran afluencia de visitantes que diariamente recibe y las reducidas dimensiones de algunos espacios internos.
El médico y doctor en medicina Gustavo Sevlever desarrolló su concepción de la memoria a partir de los autorretratos del artista norteamericano William Utermohlen, evidenciando de qué modo éstos fueron mutando a medida que avanzaba su Alzheimer; cómo la pérdida de sus recuerdos alteró la percepción de su rostro mientras que, por o tra parte, despertó en él nuevos aspectos creativos. Por otra parte, Sevlever puso en evidencia de qué manera algunas imágenes icónicas del Renacimiento (los frescos de Miguel Ángel “La creación de Adán”, “La Separación de la luz y las tinieblas” y “La sibila Libia” en la Capilla Sixtina) anticiparon temas que luego retomaría la neurociencia. El músico percusionista Pablo La Porta explicó su proceso creativo y compartió detalles sobre cómo va deconstruyendo las particularidades de cada proyecto a partir de una idea general. “El arte de la música transcurre en el tiempo, no puede verse”, afirmó haciendo especial hincapié en el problema que la falta de tiempo en el mundo contemporáneo conlleva para su disciplina la cual, obligatoriamente, necesita transcurrir y ser experimentada en un durante; requiere del estar ahí por parte del espectador/oyente. Se refirió al tiempo de la música como un bastidor, como una hoja en blanco en donde cada artista pone algo de sí mismo que termina por adquirir vida propia y trascenderlo. El artista plástico Sebastián Masegosa explicó su obsesión por el espacio y por la imposibilidad de no poder mostrar más de lo que se exhibe sobre el bastidor, en especial desde que su pintura mutó de la figuración a la abstracción la cual, según sus propias palabras, “lleva todo a un instante donde no hay narración; es un impacto visual”. Por último, el químico matemático Malcolm Roberts se refirió a la dificultad humana para aprehender el concepto de las escalas debido a la limitación de nuestros sentidos. Explicó con ejemplos lúdicos cómo -a diferencia de aquello planteado por Newton en los inicios de la ciencia- el tiempo se dilata y se contrae, cómo es tan plástico como el espacio, cómo el ahora no existe porque podemos convivir con capas del pasado y de qué manera nuestra noción del tiempo –del que podemos hablar pero sobre cuyo funcionamiento conocemos muy poco- varía con la experiencia individual.
