“El derecho humano al agua es una obviedad para quienes lo han conquistado”

El Colectivo Cultural Chicho impulsa “Pintura al agua”, una iniciativa que recibió un premio en el Concurso de Arte y Transformación Social 2018 del FNA. Su objetivo es concientizar sobre el agua como recurso básico en las zonas más áridas y pobres de Santiago del Estero.

María y Florencia, del Colectivo Cultural Chicho, con vecinas de Piruaj Bajo

Un monte seco revestido de arbustos, espinas y cactus domina toda la extensión del paraje rural Piruaj Bajo en San José del Boquerón, a 300 km de la ciudad de Santiago del Estero. Allí alrededor de 100 familias con orígenes ancestrales dedican varias horas de sus días a buscar agua a pie o con la ayuda de un carrito llamado “zorra”.

El agua, en estas condiciones, se vuelve un recurso tan fundamental como escaso que es necesario revalorizar. Con ese fin, el proyecto “Pintura al agua", que ganó en 2018 el Concurso de Arte y Transformación Social del FNA, convocará a artistas plásticos para pintar 50 cisternas de cosecha de agua de lluvia en Piruaj. Las cisternas, que se ubican en un radio de 2 km, fueron construidas por las familias, que contaron con el apoyo de la parroquia San José de las Petacas, el acompañamiento técnico del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), y con financiamiento del Ministerio de Desarrollo Social de Nación (mediante el programa ProHuerta).

La iniciativa está motorizada por el Colectivo Cultural Chicho y para conocerla entrevistamos a María Ofelia Santucho y Florencia Lance, dos de sus referentes y dueñas además de historias personales que se cruzan con la historia argentina. 

Las dos se conocieron en un viaje de Florencia a  Cuba en 1993. María Ofelia, hija del militante asesinado Asdrúbal “Chicho” Santucho, vivía allí exiliada desde finales de 1976 y ya dirigía en ese entonces el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau en la isla. Florencia es hija de un aviador argentino procesado por lo vuelos de la muerte y viajó a allí para encontrarse con la historia de Latinoamérica. Ese viaje le permitió "cuestionar enseñanzas familiares sobre Cuba y su revolución y hacer grandes amigos", según cuenta. María y Víctor Casaus, su compañero y un reconocido poeta cubano con quien dirige el Centro Cultural, fueron parte de estos vínculos. 

"Somos un Colectivo heterodoxo y horizontal y vamos construyendo equipos para cada propuesta que soñamos o imaginamos" - dicen  y agregan sobre el proyecto: “Apostamos a que la convivencia de los artistas con las familias campesinas sea una experiencia transformadora para todas y todos”.

— ¿Qué es una cisterna?
— Una cisterna de placas es un reservorio de agua que se construye semienterrado, utilizando moldes para "cortar" las placas para facilitar la captación de agua de lluvia. Cada una permite almacenar 16.000 litros, con buena conservación, ya que cuenta con techo propio y, generalmente, un sistema de bombeo manual. La implementación masiva de cisternas de placas en regiones semiáridas de la Argentina da cuenta de la disminución de enfermedades en las poblaciones rurales, en especial de niños y niñas.

Además, las cisternas tienen bajo costo constructivo, en relación al costo del litro de agua almacenado, y requiere de una gran tecnología social en las fases de construcción y mantenimiento posterior, que involucra a toda la familia y, generalmente, a toda la comunidad.

— ¿Por qué se eligió el Paraje Piruaj Bajo para implementar el proyecto?
— Elegimos este lugar por la concentración de cisternas que encontramos que responde a que esta localidad es uno de los lugares con un mayor índice de vulnerabilidad y pobreza de la zona y son muy altas las dificultades para acceder al agua. Las personas tienen que caminar un kilómetro o más para conseguir agua para su consumo, que en muchos casos tienen alto contenidos de arsénico.Es agua de las napas freáticas.

La población de Piruaj tiene cerca de 100 familias y está transitando un proceso de autoreconocimiento como comunidad indígena, vinculada a las etnias lule y vilela.

Una de sus características es que las y los jóvenes eligen quedarse a vivir allí. Todos los años la escuela local aumenta su matrícula. Se trata de una población con mucha conciencia comunitaria y un fuerte vínculo con su territorio. Un territorio que está en conflicto porque una sociedad anónima de Buenos Aires compró títulos de sus territorios y se los está alambrando.

—  ¿Cómo surgió la idea la intervención artística de las cisternas?
—  “Pintura al agua” surgió en un viaje de trabajo de Florencia y Martín Segura (ambos miembros del colectivo que trabajan en INTA) a la región de Piruaj Bajo en Santiago del Estero. En este viaje María se encontraba visitando a sus familiares y decidimos emprender parte del recorrido juntos. Allí conocimos a Rodrigo Castells, hermano jesuita de la Parroquia San José del Boqueron y a Marcos Aleman, padre de la Parroquia. Y vimos las cisternas construidas en los patios familiares. Por la noche, compartiendo una cerveza necesaria en el calor santiagueño, empezamos a pensar entre todos en convocar a artistas para pintar las cisternas como forma de visibilizar la problemática y de acompañar a las familias. Luego se abrió el concurso del Fondo Nacional de las Artes y resultó una posibilidad de comenzar a concretar esto que había sido una idea en borrador.

— ¿Qué cambios observaron en la vida de los vecinos del paraje a partir de la instalación de las cisternas?
— Varios. Rodrigo nos comentó que actualmente es menor la frecuencia con que el camión cisterna de la comisión municipal acerca agua a las personas. Otra es que en la capilla había un aljibe grande y las familias iban con bidones -a veces con residuo de agrotóxicos- a buscar en la zorra. Las familias que tenían aljibes encuentran que con las cisternas es menor el ingreso de tierra y genera mejores condiciones para el agua reservada. Al momento de formular esta propuesta se están construyendo 50 nuevas cisternas en el paraje y se prevé seguir este camino.

— ¿Por qué es importante concientizar sobre el derecho humano al agua? ¿No debería ser una obviedad esta necesidad?
— El derecho humano al agua es una obviedad para quienes lo han conquistado. En las zonas rurales lo obvio es que hay que caminar, a veces en campos fumigados, para acceder a agua. El derecho al agua está vulnerado: el acceso y también la idea de que es un derecho abrir una canilla y que salga agua de calidad. Por eso, con las cisternas, en el ánimo de construir más y más en las zonas afectadas y en la lucha por conseguir agua, aparece la posibilidad de pensarlo como un derecho. Si llega alguien de la ciudad a vivir al campo seguramente va a ver el derecho vulnerado con más facilidad que alguien que vive allí.

— ¿Cómo planean convocar a los artistas participantes? 

— Desde el Colectivo Cultural Chicho pensamos convocar a artistas a través de universidades públicas que tengan carreras de artes visuales y que se muestren interesadas en participar de la experiencia. Ya hemos hecho algunos contactos, todos muy prometedores y potentes, y en febrero o marzo, cuando se reinicie la actividad académica definiremos la metodología para la convocatoria.

— ¿Por qué creen que la intervención artística de las cisternas puede ayudar a revalorizarlas?
— Proponemos lograr, mediante la intervención artística, espacios de solidaridad y de encuentro, para visibilizar la problemática y también la solución tecnológica comunitaria implementada. Creemos que la intervención permitirá pensar sobre el asunto, armar los bocetos, discutir los materiales, y que en todo ello el derecho al agua, y otros derechos del territorio vulnerados, van a aparecer con mayor claridad. En los procesos de comunicación popular como este, el intercambio permite organizar las problemáticas, complejizarlas y ubicar esos procesos en un momento histórico. Desde nuestra experiencia como Colectivo Chicho, consideramos que es fundamental ponerle voz a las problemáticas y construir imágenes y discursos con ellas. Para la denuncia y también para la transformación.

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