“La de José es la carrera del corredor de fondo, que gana la carrera a su ritmo”, dice el cineasta Sergio Wolf sobre el ganador del Gran Premio Trayectoria del FNA.
Por Sergio Wolf Director del área Artes Audiovisuales del FNA
Conocí a José Martínez Suárez a mediados de los 80, en el ascensor de la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín. Se acababa de estrenar Noches sin lunas ni soles y me decidí a hablarle. Le dije que me había gustado mucho y en mis fatuos y pedantes de crítico de veintipico le dije que lo que me había parecido mal era la elección de Alberto De Mendoza para el protagónico. José me oyó y al llegar a planta baja me preguntó si quería tomar un café. Fuimos al barcito que estaba al lado del San Martín y hablamos más de una hora. Cuando salí creo que ya sentí que era uno más de sus alumnos. Desde esa charla debo haberlo entrevistado como veinte veces, pidiéndole que me explicara con detalles cómo había filmado la escena increíble de la persecución en la facultad durante la lucha de "la laica y la libre" en Dar la cara, que me dijera cómo había logrado burlar a la censura con esa prefiguración del horror de la dictadura en Los muchachos de antes no usaban arsénico y que me llevara al puente donde muere Cairo, en la extraordinaria escena final de Noches sin lunas ni soles. Cuando quería charlar lo llamaba.
-A ver, Sergio, esperá que miro, me decía. Revisaba su agenda y volvía: -Tengo clase de 9 a 10, de 10 a 11, de 11 a 12, de 12 a 13. Almuerzo, y después de 2 a 3, de 3 a 4, de 4 a 5, de 5 a 6, de 6 a 7, de 7 a 8. Y ceno. Llámeme, quizás me cancela algún alumno.
Pocas veces fue tan merecido este Gran Premio a la Trayectoria porque la de José es una trayectoria "de", "con", "entre", "hacia", "desde", "hasta" el cine, pongan la preposición que quieran menos la de "contra", esa seguro que no. Pero además porque la trayectoria de Martínez Suárez es la del cine argentino pero mejorada, porque va desde la época de los estudios hasta su reverso, la del realismo de la Generación del 60, y porque logra sortear con una ética impecable los años de la dictadura y luego volverse maestro y dirigir el Festival de Mar del Plata. Hacer, ayudar a hacer, y dar a ver. Pese a sus legendarios problemas respiratorios, la de José es la carrera del corredor de fondo, la del que gana la carrera a su ritmo. Pocas veces más merecido este premio.