Tres conceptos claves para los artetrasformadores

¿Qué vínculo deben tener las organizaciones con su territorio? ¿Qué lugar se le da a los participantes?  ¿Cómo debe ser su funcionamiento interno? Esos fueron los disparadores de la primera jornada del Seminario de Arte y Transformación Social del FNA.

Que el arte no es sólo contemplación sino una poderosa herramienta de transformación personal y social es una idea que se impone cada vez más. Y si ese cambio tiene raigambre comunitaria el impacto es mayor. ¿Pero cómo hacer para que una organización de base pueda tomar una idea y sostener la acción en el tiempo?

Con ese norte el Fondo Nacional de las Artes organizó un Seminario sobre Arte y Transformación Social para reflexionar sobre las mejores prácticas y generar un cruce de aprendizaje entre las trece organizaciones que ganaron su concurso dedicado el tema, representantes de iniciativas de arte y comunidad inglesas que vinieron especialmente a conocer la experiencia y organismos públicos locales.

Como no podía ser de otra manera, la primera jornada del Seminario se desarrolló en el territorio con una visita a dos experiencias singulares y sustentables. ¿Qué vínculo deben tener las organizaciones con su territorio?, ¿qué lugar se le da a los participantes?  y ¿cómo debe ser su funcionamiento interno? son algunas de las preguntas que sobrevolaron durante la jornada.

La primera parada del recorrido territorial fue una visita al Club Defensores del Chaco en el  barrio “Chaco Chico” del partido bonaerense de Moreno. El “Defe” nació hace 24 años y logró transformar un basural en dos campos de deportes, un centro cultural y un jardín de infantes. Con gran participación de los vecinos, son los creadores de la metodología “Fútbol callejero” que hoy exportan al mundo a través del movimiento homónimo.

Ezequiel Martín, profesor de educación física, recibió en el predio del Club a las ONG. “Soy un ejemplo. Fui uno de los chicos que jugaba en el potrero del barrio y hoy soy uno de los replicadores de un  método que toma al deporte como una herramienta para generar cambios”.

Los fundadores del club descubrieron que las peleas en el barrio se producían antes o después de los partidos callejeros, pero que durante el juego, sin árbitros ni reglas preestablecidas, no había conflicto. “Entonces desarrollaron una metodología de partidos mixtos con tres tiempos y sin árbitros. En un primer momento, los jugadores se ponen de acuerdo sobre las reglas, luego se juega un partido de 20 o 30 minutos y después se da un tercer tiempo donde se reflexiona sobre el cumplimiento de esas reglas acordadas, se debate sobre el respeto, la solidaridad y la cooperación y se otorga el puntaje con la ayuda de un mediador”, contó Ezequiel.

Una de las participantes deslumbradas por esta iniciativa y su trabajo en redes fue Andrea Álvarez Gamarra del proyecto “Biblionidos”, de Chaco, dirigido a promover la oralidad durante el proto-vínculo, en el embarazo. “La experiencia de este Club nos abrió la cabeza sobre la importancia de cómo una buena idea que atraviesa el corazón de la comunidad puede establecer redes que la hagan crecer. Nos vamos con la mochila llena de herramientas para poder articular con salud, educación, centros comunitarios e iglesias”,  aseguró.

“Me dio tranquilidad sentir que algunas las fortalezas de Defensores del Chaco que les permitió trascender también las tenemos en nuestros proyectos”, reflexionó Amanda Cámara Crespo también de "Biblionidos". “Entre ellas, que tienen un equipo – mitad voluntario y mitad no- dedicado a gestionar. Y que entienden que cuando alguna gestión sale a destiempo hay que perseverar y planificar. Por ejemplo, ahora nosotros conseguimos un espacio físico, pero el grupo humano original ya no es el mismo y perdimos muchos buenos recursos en el medio. Defensores nos demuestra que hay que seguir”.

El cambio y la capacidad de reinventarse también es algo importante que los gestores culturales rescataron de la experiencia del “Defe”.  Agustina Chirife y Silvia Temporetti del CCPAR, un centro de artes y oficios que funciona en el marco del “Programa Andrés”,  de Rosario, encontraron esa semejanza con su propia experiencia. “Cuando comenzó el programa Andrés como una comunidad terapéutica en Rosario la internación era cerrada, pero con la  práctica el paradigma fue mutando a uno de ‘prevención inespecífica’ con casas abiertas y centros culturales en los que participan grupos más heterogéneos con chicos con problemas de adicción y otros que no”.  

Por la tarde, el grupo ganadores del Concurso de Arte y Transformación Social visitó el Barrio 31 “Padre Múgica”, en la ciudad de Buenos Aires, donde se cerró la jornada con un adelanto de la obra “Pan y teatro”, de Marco Canale, dónde abuelas de la comunidad amasan pan, literalmente, y cuentan conmovedoras historias sobre su infancia y la relación con la comida.

El grupo de abuelas se reunía todos los jueves en la Capilla Virgen del Rosario del barrio cuando el padre Pepe les presentó a Marcos Canale y les propuso actuar. “Marcos nos hacía hacer payasadas y yo no entendía nada.  Después me di cuenta que eran ejercicios para perder la vergüenza. Yo era un tronco, callada, silenciosa y ahora puedo decir que no tengo vergüenza de nada”, relató en la presentación Martita, una de las abuelas-actrices.

La obra conmovió a Maximiliano Trento del proyecto Teatro de Papel, una propuesta artística-didáctica sobre los derechos de los niños que recorre escuelas en el Delta. “Fue muy alentador intercambiar con estas experiencias para poder replicar aunque sea una pequeña partecita en nuestros proyectos”.

Trento valoró la constancia en este tipo de iniciativas y esbozó consejos para los grupos comunitarios que quieren transformar su territorio. “Para que las cosas salgan bien hay que hacerla tres veces. Luego, es importante la capacidad de valorar lo hecho y evaluar si lo podemos hacer mejor; también tener una meta clara y saber que la podés cambiar, en la dinámica de avanzar y aprender”.

Su compañero, Gabriel De Coster sugirió además tener paciencia. “A veces los tiempo que uno tiene no son los de afuera. También es importante tener  mucho diálogo con los que trabajás y escuchar a los usuarios. Cada vez que vamos a una escuela, decimos que no vamos a  hacer una función  o un taller sino que vamos a un encuentro y que cuando aparece ese encuentro, que lleva tiempo y paciencia, ahí recién empieza el trabajo”.

Saber escuchar, no imponer es también una característica de aquellas iniciativas arte-transformadoras que perduran en el tiempo. Mariana Carmona Torregrosa y Victoria Glansman, del Laboratorio de Cine y Audiovisual Comunitario que se viene desarrollando hace varios años en la ciudad de Córdoba, también lo señalaron así. Su propuesta actual está dirigida a adultas mayores (mujeres, lesbianas y personas trans) para acercarles herramientas técnicas y teóricas. “No hay que ir con la idea de afuera. A veces pensás que la comunidad necesita algo pero tal vez no es así. Nosotras cuando vamos a un taller no tenemos nadar armado. Llevamos las herramientas, el uso de la cámara, lo técnico pero lo que sucede en ese espacio, en ese encuentro, sucede ahí con todo lo que llevamos las personas que participamos de él".

Allí la clave final: la relación con los otros. “Resaltar lo vincular entre pares, usuarios y familias  es lo que hace efectiva la llegada de la interpelación – resaltó Agustina Chirife- La micro política del vínculo es la estrategia para la transformación”.

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