Un proyecto de patrimonio que pone el foco en las personas

El Fondo Nacional de las Artes premió una iniciativa para realizar un registro de artistas y creadores culturales de Azul.

Que el patrimonio cultural no es sólo el bronce de las estatuas es una idea que se impone cada vez más. Y Callvú, cultura popular y patrimonio, iniciativa que obtuvo el tercer premio del Concurso de Patrimonio del Fondo Nacional de las Artes (FNA) 2018 en la categoría Inmaterial, es un ejemplo concreto de esto.

La iniciativa es del Colectivo de Colectivos Culturales, que reúne a unos 200 artistas, creadores, docentes, gestores y creadores independientes de Azul, Buenos Aires, y consiste en un mapeo y registro de artistas y creadores que da cuenta del acervo cultural de la ciudad, pero también incluye un sinnúmero de actividades organizadas con una perspectiva integral sobre el patrimonio intangible local.

“En 2015, el Colectivo surgió a propósito de problemáticas sobre el uso del espacio público, revitalización de espacios y paisajes culturales y un debate abierto sobre la complejidad de las identidades y las declaratorias patrimoniales”, explica Alicia Lapenta, miembro del Centro de Estudios Jurídicos en Artes y Letras (CEJAL), integrante del Colectivo y responsable de la presentación del proyecto en el FNA.

La inspiración del proyecto fue el Sistema de Registro y Salvaguardia de la Cultura Popular y Tradicional de Cuba. Con ese modelo, la comunidad artística y la UNICEN trabajaron sobre un diseño, matriz de datos y software propio, elaborado de forma participativa. Así, colectivamente, se fue conformando el registro y la base de datos "Callvu Cultura", un banco de información cultural de Azul en permanente elaboración.

Es que según la UNESCO, los depositarios y transmisores de saberes son las piezas claves del patrimonio inmaterial, es decir, de la cultura popular. Se trata de los conocimientos heredados que, a su vez, enseñan, reproducen y recrean, valorando, “más que los productos y las creaciones, a los productores y creadores”. 

De los monumentos a las personas: un cambio de paradigma

Alicia es una de los especialistas que militan desde hace tiempo este cambio de concepto sobre el patrimonio. En 1984, ya había recibido una beca de investigación del FNA en la categoría “Arquitectura y Urbanismo-Recuperación del Patrimonio” para  reconocer los saberes locales de las pequeñas ciudades de la pampa bonaerense, sus fortines y “el patrimonio del conflicto, de la conquista al desierto”. Una mirada distinta sobre aquello que debe considerarse patrimonio, en un momento en que lo que se reivindicaba eran las grandes estancias de eclecticismo grandilocuente.

“Pero, en realidad, lo más cercano a nosotros es el siempre vigente Martín Fierro, las acuarelas de Palliere, el renacer de Molina Campos y la milonga campera, por cierto demasiado melancólica para ponerse de moda. Todo lo que conllevó la inmigración, la apropiación del territorio junto al criollismo, nada parecía muy patrimoniable. ¿Las ciudades, los pueblos rurales? Como dijera mi entrañable amigo el arquitecto Carlos Moreno, 'un patrimonio de mucho bronce y poco cuero'”, explica Alicia sobre aquella investigación.

“La beca fue muy estimulante en mi vida y, además, definió mi línea profesional hasta hoy. Se convirtió en una espiral que comenzó con esa ayuda, pero, que cada vez se amplía más y suma más gente y más proyectos”, dice sobre el papel del FNA y este nuevo reconocimiento a una iniciativa de la que participa.

Callvú Cultura o la comunidad en marcha

En 2015, un grupo de jóvenes artistas locales le pidió permiso al Municipio de Azul para intervenir unos bancos de cemento frente al Observatorio de la ciudad y recibieron una negativa como primera y lacónica respuesta. “La oposición estaba relacionada con una concepción vetusta que no ve que el patrimonio puede transformarse y que los ciudadanos les dan vida a los espacios públicos. A partir de allí, nos organizamos para dar una argumentación que interpeló a la Municipalidad y la obligó a repensar su respuesta”, relata Erica Torena, una de las referentes del Colectivo. El resultado fue una jornada artística, que incluyó una feria, música y una gran participación de los vecinos.

Desde entonces comenzaron las reuniones del Colectivo y,  con la colaboración de estudiantes y docentes de Gestión Cultural y Ciencias Políticas del Instituto de Formación Docente y Técnica y de la Tecnicatura en Ciencias Jurídicas de la Facultad de Derecho de la UNICEN,  se organizaron encuestas que visibilizaron la realidad de la comunidad  artística que  ̶ entre reuniones periódicas y debates con profesionales ̶, devino en un anteproyecto de ordenanza, presentado al Concejo Deliberante en 2016 y que aún espera su aprobación.

En la propuesta de legislación se prevé conceptos y normas para la habilitación de espacios culturales y patrimoniales y también programas de promoción de la cultura comunitaria y autogestiva, entre otras iniciativas. Así surgió la necesidad de instrumentar un registro cultural cuyos resultados se empiezan a ver en el sitio www.calvu.der.unicen.edu.ar. El proceso fue tan participativo que incluso el nombre “Callvú”, que en la voz pampa quiere decir “arroyo Azul”, fue elegido vía una encuesta pública.

Un banco de información, actividades académicas, colectivos culturales que se organizan y participación ciudadana son los condimentos de este proyecto integral.  “Hoy precisamos asumir el patrimonio cultural con una mirada global, renovada y contemporánea, que enfatice al ser humano como objetivo primordial de la conservación y la salvaguardia”, reafirma Alicia.

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