“Aunque existe una enorme desigualdad social, los soportes de uso comunitario en el espacio público están al servicio de todos por igual”

Diana Cabeza fue elegida por el Fondo Nacional de las Artes para recibir el Premio a la Trayectoria Artística 2019 en la disciplina Diseño.

Una estantería con frascos prolijamente identificados, el aroma de los embutidos colgados del techo y mesitas en la vereda que invitan a disfrutar del vermut, son las imágenes y sensaciones que regresan a Diana Cabeza cada vez que recuerda el almacén-confitería que su abuelo Benito tenía en el barrio de Palermo. Sentada sobre la barra de madera, la pequeña Diana era testigo del universo de interacciones y rituales que se desarrollaban en ese albergue (casualmente bautizado “La Unión”) y que fueron el germen de su vocación: el diseño de soportes de uso comunitario y elementos urbanos para el espacio público.

“También me marcaron las visitas a la fábrica metalúrgica y de inyección de plástico de mi padre. Como buen descendiente de inmigrantes marroquíes, no creía que fuera un lugar apropiado para las mujeres, pero yo adoraba contemplar las máquinas y aprender cómo se inyectaba el plástico y se plegaban las chapas de metal y cómo de una serie de autopartes se armaba un producto- destaca Diana-. A pesar de su origen humilde, él era un gran cultor del arte y solía llevarme a recorrer galerías. Así descubrí mi amor por el Dibujo”.

De observación aguda y atenta a cada detalle, Diana construyó su carrera a pasos agigantados y enhebrando sus diversos intereses y habilidades. Primero vino la práctica con modelo vivo en la Escuela Nacional de Bellas Artes, luego la carrera de Arquitectura en la Universidad de Belgrano y finalmente la fundación de su propio estudio, el Estudio Cabeza. Hoy sus obras visten calles, plazas y museos de importantes ciudades argentinas y del exterior, y la han vuelto merecedora de destacadas distinciones, como el Premio a la Trayectoria Artística que el FNA le entregará este año en la disciplina Diseño.

-¿Qué elementos hay que tener en cuenta a la hora de diseñar soportes para el espacio público?

Lo más importante es evaluar el contexto. Si es una ciudad, por ejemplo, qué tipo de fachadas tiene, cómo es la arboleda, los solados. La pieza debe integrarse a ese conjunto y a la escala de trabajo. Otra cuestión fundamental es la gente. Aunque existe una enorme desigualdad social, los soportes de uso comunitario en el espacio público están al servicio de todos por igual. Eso es lo bueno de este campo proyectual.

-Uno de sus trabajos de mayor envergadura fue el sistema de paradores del Metrobus de las avenidas 9 de Julio y Juan B. Justo. ¿Cómo vivió esa experiencia?

Fue muy enriquecedora porque me permitió entender el sistema macro de movilidad urbana y trabajar sobre distintas escalas. También pensar en un punto de recepción de pasajeros, que al mismo tiempo es albergue y contempla distintas instancias de descanso. En el caso de Juan B. Justo, nos inspiramos en la memoria urbana de la avenida, porque retomamos en distintos elementos de la obra la idea de las ondas que trazaba el arroyo Maldonado que la recorría por lo bajo.

-¿A cuál de todos sus proyectos le tiene mayor cariño y por qué?

El mobiliario doméstico me gustaba porque ponía en valor las formas de hacer regionales, pero sobre todo le tengo cariño a mis proyectos actuales: “Encuentros”, inspirado en las rocas de Playa Negra (Tierra del Fuego), es interesante porque alberga a los visitantes en una coreografía urbana: moviéndose, charlando. “Espalditas”, ideado para que la gente pueda tirarse a ver las estrellas en el Planetario, es en verdad la marca de una espalda genérica que permite alojar los cuerpos de distintas personas. Y “Huellas” me gusta porque parte de una exploración de las distintas texturas y sus posibilidades.

-Tiene en marcha tres investigaciones académicas. ¿De qué manera se complementan con su trabajo?

Lo mío son más bien relevamientos acerca de geografías, topografías y culturas, como la andina, localizadas en nuestro país y su derrame regional. Estudio cómo la escala infinita de nuestros paisajes nos convoca a intervenirla demarcando un territorio, cómo las topografías naturales albergan nuestro cuerpo, y cómo los cuerpos se comportan en un determinado entorno natural y social. Así surgió por ejemplo Nidos Urbanos, una investigación sobre los refugios que construyen los "sin techo" en la intemperie del espacio público, sus veredas, umbrales y recodos. Esa transparencia de la vida doméstica interior en un entorno urbano da mucho que pensar. Los relevamientos siempre sirven de disparadores a la hora de crear y tener nuevos imaginarios de diseño.

Sistemas de asientos “Encuentros” en la Plaza Central de Roppongi Hills, Tokio. Lugar de encuentro propuesto entre otras situaciones para la plaza y sus alrededores.
Esperando de noche el Metrobus. Parador Metrobus 9 de Julio de noche. Escalas de apreciación nocturna: escala paisaje urbano, escala intermedia, escala peatón.
Esperar a que llegue el colectivo. Sistema de Refugios para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Parada Museo de Arte Decorativo.
“Espalditas” en el Planetario. Explorar el cuerpo y alojarlo en soportes que funcionan como su propia huella. Soportes para descansar y mirar las estrellas.
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