La inspiración y el oficio de escribir

La escritora rosarina, María Negroni, recibió una Beca Bicentenario a la Creación del FNA para escribir un libro sobre el excéntrico compositor francés Erik Satie.

Escritora, ensayista y traductora, María Negroni tiene un largo camino recorrido en el mundo de las Letras y es hoy un claro exponente de nuestra literatura. Como muchos artistas, algunas veces ha necesitado apoyo financiero para poder concretar sus proyectos.

Nacida en Rosario en 1951, vivió en Nueva York por 20 años, período durante el cual obtuvo un doctorado en la Universidad de Columbia y trabajó como docente en el Sarah Lawrence College y en la Universidad de Nueva York. La aventura duró hasta 2013, cuando surgió un nuevo desafío: dirigir la maestría en Escritura Creativa de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, la primera creada en el país y en una institución pública.

Nadie mejor que ella para afrontarlo. Su obra es vasta y variada, y ha sido traducida al inglés, francés, italiano y sueco. Incluye destacados poemarios (los más recientes son Cantar la nada, Elegía Joseph Cornell e Interludio en Berlín), dos novelas (El sueño de Úrsula y La Anunciación) y numerosos libros de ensayos (entre los que se encuentran El arte del error, Exilium y El testigo lúcido).


Amor a primera vista

En 2016 un nuevo proyecto acaparó su atención. La figura del compositor francés Erik Satie, una de las más excéntricas e innovadoras de la vanguardia parisina de comienzos del siglo XX, despertó su curiosidad. El inventor de la denominada música ambiental se codeaba con los grandes artistas de su época y era partícipe además de proyectos relacionados con el cine, el teatro y la danza.

La idea de a poco fue cobrando forma y Negroni se propuso escribir un libro sobre Satie que trabajara, como él, entre géneros, utilizando la biografía, el fragmento, la poesía y la cita cultural para hacer un cuadro de época y replantear la cuestión estética. Claro que para confeccionarlo necesitaba realizar un exhaustivo trabajo de investigación, comprar libros, hacer fotocopias, contratar una asistente.

La solución arribó con la noticia de que había ganado una de las Becas Bicentenario a la Creación del Fondo Nacional de las Artes. “Recibir una beca de una institución tan prestigiosa es sin duda un estímulo muy grande para cualquier artista- subraya la escritora-. Es a la vez un espaldarazo de confianza a lo ya producido y una ratificación de que el proyecto presentado es interesante”.

Negroni ya había obtenido importantes becas internacionales, como las otorgadas por la Fundación Guggenheim, Rockefeller, Octavio Paz, New York Foundation for the Arts, Civitella Ranieri o American Academy. Pero recibir una oportunidad similar en la Argentina era especial. “El gesto del FNA fue muy importante para mí. Es fundamental que un país tenga apoyos de este tipo para sus escritores y artistas”, agrega. La alegría de Negroni siguió multiplicándose: ese mismo año ganó el Premio de Poesía en el tradicional Concurso de Letras del FNA por su libro Archivo Dickinson, y en 2017 decidió “devolver las gentilezas” y oficiar ella misma como jurado del certamen, a pesar de su sólida postura frente a los premios literarios. “Cuando se los recibe, por supuesto, producen satisfacción, pero no obtenerlos no necesariamente significa un juicio de valor definitivo- aclara-. Creo que la escritura debe persistir, al margen de los premios. Como decía Roberto Arlt, a veces una obra se impone por la prepotencia del trabajo".

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